Resumen
Hasta el golpe de Estado, nuestro país se perfilaba como una «cosmópolis intelectual», exhibiendo condiciones como estabilidad política, modernización del sistema educacional universitario y gestión de redes internacionales tejidas desde algunas universidades. Esto propicia el florecimiento de centros académicos de investigación y formación, constituyendo un polo para intelectuales latinoamericanos, europeos y americanos que se insertan en estas instituciones con el objetivo de fortalecer dichas iniciativas, y analizar los procesos sociopolíticos que estaban teniendo lugar. En este contexto, y aun cuando en una condición periférica que implica sobre todo precariedad de recursos, las instituciones regionales buscaron afianzar su posición, se pensaron no sólo como instancias formativas, sino también de investigación, contribuyendo a través de la ciencia al desarrollo en el plano local.
En la década de los setenta, la sede regional de la Pontificia Universidad Católica de Chile, hoy Universidad Católica de Temuco, abría un panorama auspicioso para el desarrollo de las ciencias sociales. Desde el Centro de Estudios de la Realidad Regional (CERER), y con el propósito de formar investigadores locales, se da apertura en 1971 a un programa de especialización denominado «Carrera de Investigadores en Ciencias Sociales», el que fue antesala de la fundación de la carrera de Licenciatura en Antropología en 1973, la tercera en el país y la segunda regional.
Consideramos relevante este discurso pronunciado por el entonces director de Sede, don Víctor Raviola, en la inauguración anual de actividades académicas, en tanto deja testimonio de un estilo de universidad, a saber: regionalista, comprometida con la investigación científica aplicada, y vinculada con el medio local. Las palabras del profesor Raviola resultan señeras respecto del desarrollo de las ciencias sociales a nivel regional, proyecto que decae paulatinamente a partir de 1973 y que concluye con el cierre de la carrera de Antropología en 1978. En 1970 se da inicio a un proyecto que quedará inconcluso y que sólo volverá a cobrar fuerza en la década de los noventa con la apertura de las carreras de Antropología y Trabajo Social y la posterior creación de la Facultad de Ciencias Sociales en el primer decenio del siglo XXI.
Agradecemos a Gloria Vergara Segura la transcripción de este texto (Héctor Mora Nawrath).
Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0.
Derechos de autor 2022 Victor Raviola Molina